Por José Luis Ramírez
Ha comenzado el cuarto año de gobierno federal, la sucesión presidencial la tenemos a la vuelta de la esquina, en unos meses mas sabremos quien será el relevo del ciudadano Presidente Andrés Manuel López Obrador, y como dijeran los clásicos, todo comienzo tiene un final, la pregunta es ¿será feliz? Debo advertir, como una premisa de análisis, ningún proceso social de cambio real, en un país es de la noche a la mañana.
La llegada de un Presidente con un discurso en favor del pueblo, y de los pobres generó una gran expectativa que fue creciendo cuando el apoyo del gobierno fue en efectivo, y fue ampliándose a los diferentes estratos sociales. Su carácter constitucional, le dimensionó un gran apoyo social, sin ello, nunca hubiera podido enfrentar los mil demonios que desató en la búsqueda de combatir la corrupción, y en la búsqueda de rescatar la soberanía nacional.
Un país es soberano cuando la elección de sus tres poderes se hace de manera libre, de cara a los intereses de la nación, y sin injerencia extranjera; cuando las “vías de desarrollo”, no están vinculadas al endeudamiento eterno con la banca mundial, rompiendo con el circulo vicioso que lo empobrece, no solo en términos financieros, sino social, y políticamente.
El neoliberalismo, existe, es el nombre de un hijo desobediente con la patria, que encarnaron los últimos presidentes de la república, ellos encontraron el camino legal para poner en manos extranjeras toda la riqueza natural y recursos que eran necesarios para el bienestar de los mexicanos: gas, electricidad, bancos, ferrocarriles, territorio, minas, agua, alimentos, petróleo, telecomunicaciones, mano de obra, puertos, en fin. Igualmente, el poder legislativo lo corrompieron para montar un entramado constitucional, que modificará el espíritu de nuestra carta magna, para pasar de un tutelaje de los intereses públicos, o del pueblo, a un blindaje de los intereses de la oligárquica política, en sociedad con las empresas trasnacionales. Es decir, perdimos soberanía en la medida que los recursos del desarrollo se fueron a manos privadas, y empezamos a depender de su voluntad y decisiones, no solo en el ámbito económico sino en el político.
Pensar que la omisión de la ley, la complicidad, la corrupción y la impunidad se puede combatir en 6 años de gobierno, es fantasioso. Si quienes lo construyeron tardaron mas de 50, desmontarlo con todo un sistema corrupto que lo protege, es casi imposible. Quizá en eso radica el merito de López Obrador, ha sido capaz de mostrar la radiografía de un país que estaba hundiéndose sin posibilidades de salvarse. Desde luego que hay una estrategia de cambio, y hay una oposición que de forma proporcional intenta frenarla. Eso lo vemos todos los días, nada es casual, el encono sembrado y cultivado con tanto esmero tiene un objetivo.
Le comento, ningún proceso político tiene un plazo determinado, tampoco un libreto que señale el número o la importancia de los personajes que necesitará. Lo único cierto, es que ningún evento social es espontáneo, que la política es la única herramienta de transformación que tenemos, y el tiempo, solo el tiempo nos señala los aciertos y errores que hubo para avanzar o retroceder en la búsqueda de una sociedad ideal.
Maquiavelo, nunca aconsejó al Príncipe, utilizar la política para su beneficio personal, y por el contrario, decía que los medios solo se legitiman cuando se usan para el bien del pueblo. Este es el tema toral de todo movimiento político, su legitimación o descalificación, se encuentra en los medios que posee o usa para abrirle ventanas a la democracia o para cerrarlas.
En esa estrategia de impulsar una redefinición del Estado, un instrumento muy didáctico ha sido la división en dos partes de la conducta de quienes están a favor o en contra que, por cierto, se engancha de manera reactiva con la socorrida idea del poder: “estás conmigo o estás contra mí”, claro, había detrás una sombra siniestra, pero no es el caso. Así que de pronto pasamos a una polarización artificial, usada como táctica de deslegitimación del contrario, y como una didáctica de educación política en sentido contrario al interés de la nación. El obradorismo, es un pensamiento político “in vitro”, y lo digo siguiendo la idea que los grandes cambios fueron el resultado de pequeños estados de lucidez, inspirados en un ideal social.
Nuestra carta magna, es fruto de la historia de cientos de años de diversos pueblos del mundo, solo por referenciar me remito al código de Hamurabi, esculpido en piedra hace 2300 años antes de nuestra era, las ideas fundamentales que la dan equilibrio a nuestra civilización no pasan de 100, pero hacerlas posibles y viables ha sido una larga e insomne noche de miles de años. La democracia no tiene prisa, marcha al son que le toquemos.
El proceso político de los últimos 20 años en nuestro país, nos ha llevado a un laberinto de crimen y sangre para la afirmación de grupos en el poder político, y nos ha mostrado como el uso de la fuerza del Estado fue contenida o desviada para favorecer la riqueza inexplicable de cientos de vivales de cuello blanco. Entonces, ahora cuatro años de gobierno, sin darnos certeza en la seguridad y patrimonio nos deja mas dudas y desconfianza.
La inseguridad es producto de la corrupción, y creció de abajo hacia arriba, y se afirmó de arriba hacia abajo. Esta lección nos ha costados muy cara, pero hemos aprendido que ningún evento emanado del gobierno en sus tres niveles, nos es, o debe ser ajeno, que cada acción repercute en nuestro entorno personal, familiar o social.
La política parece encarnar los mil demonios, pero no es así, es una herramienta de conocimiento de la realidad para transformarla, para construir un mundo mejor. El grave problema al que nos enfrentaremos siempre es cuando el poder político tiene como único fin un dividendo personal, cuando se convierte en una moneda de cambio. Pero la realidad es como el sol, inocultable. Los procesos sociales, de algún modo son similares a la vida humana, tienen etapas, y no se pueden detener, hoy el obradorismo como concepto histórico, está vivo y seguirá evolucionando, y lo contaremos de acuerdo con el impacto que tenga en nuestras vidas. Y desde luego, las escaramuzas políticas, serán el ingrediente de la historia, pero no la historia.
A manera de contraste, le cuento, los ciudadanos chilenes el 11 de septiembre de 1973, perdieron la libertad y la democracia, y después de 37 años tuvieron la oportunidad de modificar su Constitución, en un espacio de libertad y democracia, para profundizar en la restitución y ampliación de sus derechos humanos, y la rechazaron. Todo proceso social, tiene sus contradicciones, y una fuente que los emana, es el nivel de conciencia de sus ciudadanos.
Mas allá de la anécdota, y la mercadotecnia política, México tiene enormes posibilidades de ampliar sus espacios de participación social, y coincide con una dura etapa de transición, ello implica asumir la responsabilidad de actuar, pero actuar o caminar a ciegas, no solo es un vulgar error, sino un suicidio.
Revolcadero. Le crecieron los problemas al PAN con Mendoza Márquez y su regidora con licencia, los votos no los puede sembrar en maceta desfondada. Cada día son dos pasos adelante y tres atrás, les urge el relevo para rescatar algo de lo perdido.