PALABRAS LIBRES. Por Ara Morales
Ya sean de hielo, de mármol, de piedra, de adobe o de simple barro, los ladrillos son la base sobre los que se han edificado las ciudades del mundo desde hace 11,000 años. Con ellos se construye el hábitat que protege la vida y los bienes de las personas, evitan el exceso de calor, protegen de las lluvias, del frio, cuatro paredes son el anhelo de decenas de millones de personas que van de un lado a otro. Un ladrillo, es el inicio de su esperanza.
La construcción de las ciudades es una de las actividades más importantes en la historia de la humanidad, y a pesar del desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas, la industria de la construcción sigue descansando sobre un insumo muy simple: el ladrillo
En México, la producción artesanal de ladrillo es una actividad que desde hace cientos de años brinda empleos a muchas familias. Se tiene registro de su elaboración a partir de la época colonial, y hoy en día tiene una tradición en 36 municipios el Estado de Guanajuato. Ser ladrillero es un oficio que se hereda de una generación a otra.
Celaya, cuenta con 104 hornos ladrilleros, de los cuales 67 se encuentran en San Miguel Octopan. Las ladrilleras se encuentran a las orillas de las ciudades, son lugares que generalmente no les pertenecen legalmente, y donde los servicios básicos como agua potable, drenaje, caminos o calles pavimentadas, luz eléctrica, acceso a la educación o a la salud no existen. Muchos de los ladrilleros viven en jacales porque se cumple el refrán “en casa del herrero, azadón de palo”, las zonas ladrilleras las identificamos por las hileras de los ladrillos, las tradicionales estructuras de los hornos y las grandes humaredas de color negro cuando están quemado ladrillo.
Los materiales para hacer ladrillos son extraídos o comprados cerca de la localidad de fabricación: arcilla, arena, estiércol, aserrín. Los trabajadores colocan sobre una lona porciones iguales de cada uno de los materiales, posterior a eso hacen la mezcla, la baten y la ponen en carretillas. La mezcla es puesta en moldes, se remoja hasta quitarles los sobrantes, los ladrillos recién formados deben de estar al sol un día o dos, después se enrejan o se alinean en batería para que se airén y sequen entre 3 a 5 días, después son llevados al horno para cocerse entre 48 a 50 horas, luego esperar a que se enfríen y sacarlos del horno para su venta.
Los hijos pequeños de los trabajadores indirectamente a través de juegos van aprendiendo el oficio familiar y generacional donde trabajan mujeres, que no necesitan discursos sobre igualdad de género ya que ellas recogen el barro, lo baten, lo vacían en los moldes, los mueven en carretillas que pueden pesar hasta 270 kilos, encienden los hornos que alcanzan temperaturas de 1,000 grados centígrados. Además, preparan la comida, lavan la ropa, mantienen limpia la casa y cuidan a los integrantes de la familia.
La mano de obra son los adolescentes, hombres, y adultos mayores, casi todos son familiares o vecinos, trabajan desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche, bajo el sol inclemente o con lluvia, encorvados, descalzos, con la cara con manchada, la piel seca, las manos y los pies con callos y grietas; ganan entre 200 y 400 pesos diarios en la temporada buena, es decir cuando no llueve o hace frío. A pesar de ser poca la ganancia, ésta se tiene que repartir entre todos los colaboradores, siendo el propietario del horno el que recibe la mayor parte. No cuentan con seguridad social.
Una vez “cocidos” los ladrillos, llegan los revendedores, que cargan los ladrillos, y los llevan a puntos de venta en las orillas de la ciudad, y los comercializan al doble del precio que pagaron por ellos.
Atender la problemática de los ladrilleros implica temas en lo social, legal, cultural, económico y ambiental. Hasta el día de hoy los gobiernos, tanto municipal como estatal, les han ofrecido soluciones integrales para que salgan de un ciclo de baja calidad de vida, y frenen el perjuicio al medio ambiente.
Los hornos ladrilleros son estructuras piramidales que pueden “hornear o cocer” hasta 15,000 ladrillos, para ello usan madera, carbón, aserrín, coco, aceites, residuos médicos, plásticos, textiles, desperdicios de fábricas, o de tenerías, y lo más común, llantas.
Algunos de los químicos o contaminantes que se producen son: dióxido de azufre, el cual cuando está en la atmósfera reacciona con la humedad y forma aerosoles de ácido sulfúrico que luego forman parte de la llamada “lluvia ácida”; sulfuro de hidrógeno, es un contaminante corrosivo que intoxica el aire; sulfato de magnesio, puede ser dañino a la vida acuática, su toxicidad se asocia con el pH ácido en los suelos; materia particulada que afecta los ojos y las vías respiratorias. De los contaminantes inevitables, están el monóxido de carbono, que puede provocar enfermedades cardiacas y respiratorias, y el dióxido de carbono, que acelera el calentamiento del planeta y su efecto invernadero.
La norma técnica ambiental NTA-IEE-001/2010, establece que los hornos ladrilleros únicamente deben utilizar biomasa de residuos de manejo especial provenientes de empresas reguladas, materiales pétreos y materia orgánica como combustibles para la quema de ladrillos. Pero no es así, y no hay en la práctica, quien los apoye, y en el peor de los casos quien los regule, o sancione.
Los trabajadores que se encargan de hacer los ladrillos, tienen su función pulmonar afectada, pueden tener principios de asma y bronquitis, también los habitantes de las comunidades cercanas se convierten en aspirantes pasivos de esos químicos o contaminantes, y si son grupos vulnerables con defensas bajas, los efectos en su salud a largo plazo, pueden originar cáncer pulmonar.
En los últimos años en México se han implementado hornos de ladrillo ecológicos, mediante el uso de lámparas de rayos infrarrojos que elaboran ladrillos en tres etapas: calentamiento, cocción y enfriamiento; minimizan el tiempo de elaboración y aumenta la calidad del producto terminado. Además, los fabricantes realizarán un menor número de quemas: una quema cada quince días, contra una cada semana de los hornos tradicionales.
Una solución que está ofreciendo el gobierno de Guanajuato son los parques ecológicos certificados para la fabricación de ladrillo, que contarán con hornos de alta eficiencia, con chimenea, sistema lavador de gases y que reducen hasta en un 70% la emisión de contaminantes a la atmósfera. Los municipios de Valle De Santiago, Salamanca y San Felipe son los únicos que cuentan con terrenos habilitados como parques ladrilleros, para una operación que permita mayor control medio ambiental. Pero, no han tomado en cuenta las necesidades de los ladrilleros, por ejemplo: el parque ladrillero en Salamanca se está convirtiendo en otro elefante blanco, porque no es costeable desplazarse a ese lugar, y porque la capacidad de los hornos es limitada, les otorgan un espacio 20 x 20 metros cuadrados donde solo podrían trabajar 2 personas, cuando sus equipos se integran con al menos 10 trabajadores.
La producción de ladrillos, genera una problemática que no solo incumbe a los productores, sino también a las personas que viven en ese entorno, porque su salud está comprometida, y desde luego a la ciudad porque la calidad del aire cada día empeora. San Miguel Octopan está rodeado de hornos ladrilleros, y si bien mitiga la falta de un empleo justo para las personas, también es un foco rojo ambiental, que dejó pasar el gobierno municipal, al igual que el agua contaminada por flúor, arsénico y otros metales pesados. El programa de gobierno dejó de lado está tarea y problemática que afecta directamente a 15 mil habitantes de San Miguel Octopan, y a otros miles de la ciudad, ni una mención mereció los tabiques de humo y enfermedad de los más pobres de nuestro municipio.
AL FINAL.
Celaya es de las 10 ciudades con mayor contaminación del aire en todo el país. La omisión de los reglamentos para controlar las emisiones contaminantes: de vehículos de motor, por las quemas clandestinas, por el uso de pirotecnia, por la quema de llantas y agreguemos los hornos de ladrillos son una amenaza invisible para la salud de niños y personas vulnerables.